Una saeta a la esperanza: la cantera de la Semana Santa ferrolana

Hoy, inmerso en la nostalgia digital, he vuelto a perderme entre los videos de la Semana Santa de Cádiz de 2025. Una procesión tras otra, mi mente se ha llenado de recuerdos y, sobre todo, de una sana envidia. No es el imponente paso lo que me ha conmovido, ni el majestuoso incienso que envuelve cada rincón; es la perfección y el sentimiento que emana de los cuerpos de acólitos.

Es una auténtica maravilla observar esa sincronización, esa seriedad y ese profundo respeto en el que se mueven, sin importar la edad. Jóvenes y mayores, todos dedicados en cuerpo y alma a crear una estampa que es, por sí misma, un motivo de admiración y un pilar fundamental de la procesión. Mi memoria me ha llevado a revivir los cuerpos de acólitos de mi querida hermandad de la Sentencia, la impecable formación de la Hermandad de Humildad y Paciencia, y la emocionante visión de ver a un cuerpo de acólitas completo, compuesto por mujeres, algo que en Cádiz es una realidad palpable y gloriosa.

Y aquí es donde la emoción se mezcla con la preocupación. Si bien es cierto que en Ferrol disfrutamos de una Semana Santa de una belleza singular, con pasos de inigualable valor artístico, creo que estamos perdiendo de vista un tesoro que tenemos al alcance de la mano: nuestra cantera. Nuestras cofradías están estratégicamente ubicadas cerca de colegios e institutos, y nuestros jóvenes, con una energía y unas ganas desbordantes, claman por un lugar en nuestras hermandades.

La tradición, por supuesto, es un pilar inamovible, pero el estancamiento es la muerte de cualquier institución. No podemos limitarnos a cambiar de imágenes o de túnicas. Debemos ser proactivos, abrir las puertas de par en par, crear oportunidades y nutrir el espíritu de hermandad. Es el momento de dejar de ser simplemente espectadores y convertirnos en guardianes del futuro de nuestra Semana Santa.

Hagámonos un favor, por el bien de nuestra fe y nuestras tradiciones: no cerremos las puertas de nuestras hermandades de Ferrol. Es hora de crear, de innovar, de ofrecer algo más que un simple desfile. Hagamos de nuestros cuerpos de acólitos una estampa de la que nos sintamos orgullosos, invirtiendo en la formación y la integración de nuestros jóvenes. Porque hacer hermandad es, en esencia, construir un futuro. ¿Qué pasos estamos dando para que nuestra Semana Santa no sea solo un recuerdo, sino una esperanza viva para las próximas generaciones?



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