El Nazareno de la Cofradía de Dolores: Una joya devocional con historia en el corazón de Ferrol

La Cofradía de Dolores atesora una de las imágenes más veneradas y significativas de la Semana Santa ferrolana: su Nazareno. Tallada en 1863 por el escultor Francisco Guerra Felipe, afincado en La Graña, esta imagen de tamaño natural es mucho más que una representación artística; es un símbolo de fe y tradición profundamente arraigado en el sentir de la ciudad.

Durante años, el Nazareno presidió el retablo de la epístola de la iglesia de Dolores, compartiendo espacio con la imagen de la Verónica. Tras la remodelación de la capilla parroquial a finales de la década de los 60 del siglo pasado, su ubicación cambió, perdiéndose su culto hasta el año 2003. Afortunadamente para los devotos, la imagen fue recuperada para el culto, encontrándose actualmente en la iglesia de Dolores una vez finalizadas las obras de la iglesia.

La imagen del Nazareno destaca por su gran realismo y la cuidada ejecución de sus detalles. Realizada en madera de caoba para las manos, pies y cabeza, y con un cuerpo y brazos articulados para facilitar su vestimenta, la talla se complementa con elementos que intensifican su expresividad. Su pelo natural, sus ojos de vidrio que parecen transmitir un profundo sufrimiento y sus rasgos neobarrocos contribuyen a crear una figura de gran impacto visual y emocional. La boca entreabierta del Nazareno parece denotar el cansancio extremo del camino hacia el Calvario, invitando a la reflexión y a la compasión.

Un rasgo distintivo y motivo de orgullo para la cofradía es que el tercio del Nazareno es portado con fervor y dedicación por mujeres portadoras. Esta tradición añade una dimensión especial a la procesión, demostrando la fuerza y el compromiso.

La historia del Nazareno de Dolores es, en definitiva, un reflejo de la historia de la propia cofradía y de la profunda devoción que los ferrolanos sienten por la Pasión de Cristo. Su presencia en las calles durante la Semana Santa es un recordatorio tangible del sacrificio y el amor redentor, manteniendo viva una tradición centenaria que sigue emocionando a generaciones.



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