La Hermandad de la Macarena de Sevilla se retracta y lamenta el "daño emocional"


¡Menuda semana hemos vivido los devotos de la Macarena! De domingo a domingo, nuestra Virgen se nos ha presentado con hasta cuatro rostros diferentes, y créanme, la cosa ha traído cola. Ha sido un auténtico culebrón que nos ha tenido a todos pegados a las redes sociales y a los grupos de WhatsApp, ¡con opiniones para todos los gustos! Y por si fuera poco, la polémica ha escalado hasta el punto de generar dimisiones en la Junta de Gobierno y el clamor popular pidiendo la renuncia del Hermano Mayor.



Todo empezó con la intervención de mantenimiento y conservación. Yo, como muchos, pensaba que se centrarían en lo superficial, que el estado general de la imagen era bueno y no necesitaba una restauración integral. Y así fue, se hizo un TAC, análisis radiológicos, se cambiaron articulaciones y la tela del candelero, limpieza y reparación en el rostro y las manos... Pero claro, cuando se decidió reemplazar las pestañas por unas de mayores dimensiones, ¡ahí se lió la cosa! La expresión de la Virgen cambió sensiblemente, y la verdad, muchos sentimos que "nos habían cambiado a la Virgen".



La mañana del sábado fue un hervidero. La Macarena amanecía en su camarín con su "nueva cara", y rápidamente el templo se llenó de devotos que, como yo, notábamos algo distinto. La avalancha de comentarios y las acusaciones a la junta de gobierno de haber modificado la imagen no se hicieron esperar. La presión fue tal que, a mediodía, se intentó rectificar. ¡Se modificaron las pestañas de nuevo!

Pero la cosa no quedó ahí. Durante la madrugada, ¡la Macarena volvió a presentar una apariencia distinta a las dos anteriores! Esto ya fue el colmo. La sucesión de cambios en el rostro ha sido tal que, por precaución o por lo que sea, nuestra querida Dolorosa ha estado tres días en el presbiterio de la basílica.



Personalmente, me ha parecido un fin de semana de modificaciones constantes, casi un "taller de chapa y pintura" exprés para nuestra Virgen. Las reacciones entre los hermanos y devotos han sido intensas, y no es para menos. Hemos pasado de la expectación a la sorpresa, y de ahí, en muchos casos, a una preocupación real por la fisionomía de nuestra devoción. Las comparativas entre las distintas apariencias han corrido como la pólvora en redes y grupos de mensajería, cada uno con su opinión.

Y es que, ante tal revuelo, la situación ha tenido consecuencias directas en el seno de la Hermandad. Ya hemos sabido que han dimitido el Mayordomo y el Prioste. Pero, siendo sinceros, y esto es algo que muchos sentimos, la responsabilidad máxima recae en el Hermano Mayor. Para mí, y creo que para una gran parte de los hermanos, él es quien debería dimitir y no aferrarse al cargo hasta el fin de su candidatura. Esto no se trata de "aguantar en el poder", esto es mucho más profundo; se trata de querer y sentir por unos Titulares y por la devoción de un pueblo entero. Cuando la situación se desborda de esta manera, lo ético y lo correcto, en mi humilde opinión, es dar un paso al lado.



Ahora solo queda esperar que este vaivén de cambios llegue a su fin y podamos volver a contemplar a nuestra Macarena con la serenidad y la belleza que siempre la han caracterizado. ¡Ha sido una semana para no olvidar! La pregunta ahora es: ¿veremos más cambios en la junta directiva?


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