La ciudad de Ferrol, con su profundo arraigo marinero, es hogar de la emotiva leyenda del Cristo de los Navegantes, una historia que entrelaza la fe, el mar y un misterioso hallazgo.
Dice la tradición que la venerada imagen llegó a Ferrol de una manera providencial. Se cuenta que el Cristo venía escondido entre un cargamento de sal en un buque inglés, probablemente para protegerlo durante la época en que se prohibían las imágenes en los templos protestantes. Un día, una fuerte tormenta obligó a la embarcación a refugiarse en el puerto de Ferrol. Cuando el temporal amainó, el barco intentó zarpar, pero cada vez que lo intentaba, el vendaval volvía a arreciar, impidiendo su partida.
En un último intento por hacerse a la mar, la tripulación notó que la tablazón del barco rezumaba salmuera. Esto los obligó a retirar la carga y, para su asombro, descubrieron la inesperada presencia del Cristo oculto en la bodega. De inmediato, se interpretó que el Cristo no quería abandonar la ciudad. Así, la imagen fue entregada a la primitiva iglesia parroquial de San Julián, ubicada en Ferrol Vello, donde fue recibida con gran devoción.
Desde ese momento, el Cristo se convirtió en el protector de los marineros ferrolanos, quienes se encomendaban a él antes de cada travesía. A lo largo de los siglos, se le han atribuido innumerables milagros, salvando a barcos y tripulaciones de los peligros del mar.
La imagen en sí es una talla barroca del siglo XVII de grandes proporciones, una de las pocas representaciones de Cristos muertos que existen en Ferrol. Debido a su delicado estado de conservación, la antigua Cofradía decidió encargar una réplica para las procesiones, protegiendo así la talla original conocida popularmente como el "Cristo de los Navegantes".
Cada Miércoles Santo, el Santísimo Cristo es llevado en procesión por las calles de Ferrol Vello, y desde 2014, se adentra incluso en el Arsenal, donde un piquete le rinde honores. El Pendón del Cristo, portado por un marinero uniformado, encabeza la procesión, mientras el trono es custodiado por seis marineros también uniformados. La procesión es acompañada por la Banda de Música del Tercio Norte de Infantería de Marina, conocida popularmente como "la Banda de Música de Marina", que con su doble composición de Banda de cornetas y tambores y Banda de Música, no solo marca el paso sino que añade la emoción de las Marchas de Procesión.
Esta leyenda es un testimonio vivo de la profunda conexión de Ferrol con el mar y de la fe inquebrantable de su gente en el Cristo que llegó de forma misteriosa para convertirse en su guardián.
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